domingo, 6 de abril de 2008

La disciplina, la ciudadanía y la objeción de conciencia.

Mucho se está hablando y desde hace mucho tiempo del concepto de disciplina en las aulas. Parece que ni los padres ni los profesores sabemos como evitar que los crios se nos desmanden.
No como nuestro conseller de educación (forense de profesión y empeñado en convertir la educación valenciana en uno de sus fiambres) que es disciplinado y acata las decisiones que, desde instancias superiores, marcan la política educativa.
A la gente como él, lo de la "educación para la ciudadanía" le toca los cojones ¡¡Ménudas dos palabras!! ¡¿Adonde vamos a llegar?! ¿Ciudadanos educados? ¿Conscientes de sus derechos? ¡¡Niños y niñas ensuciándose la boca con palabras como "homosexualidad, igualdad, tolerancia, aborto, divorcio, sexo, placer..."!!
Pues como al conseller no le gusta, se pasa la disciplina por el forro de los [c...] y declara que al que no le guste que no la haga, que con un trabajo (elegido/supervisado por los padres) cada tres meses, ya tienen suficiente. A esta gente se les llamará objetores de conciencia. Y es que si algo nos está enseñando el "destripamuertos" es que "objetando" ¡¡maravilloso palabro!! uno puede escaquearse de hacer las cosas que no le gustan.
Ahora que está en pleno proceso de aprobación el nuevo Decreto sobre la convivencia escolar, con su apartado de sanciones y todo, yo me pregunto ¿Qué sanción merece un Conseller con 28.000 alumnos/as en barracones?
Yo lo tengo claro, lo pondría a destripar conejos en cualquier matadero, aunque igual se declara objetor y ya la hemos liaó...

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