jueves, 22 de mayo de 2008

LA AUTÉNTICA TOMATINA

Supongo que ya era hora de hablar de la crisis del PP, aunque en realidad lo que está ocurriendo es más bien una auténtica tomatina. La noche que perdieron las elecciones y, mientras Mariano apartaba a su mujer con un gesto de asco sin precedentes, sus "amigos" ya estaban contratando los camiones que llevarían los tomates hasta Génova 13.

La primera que cogío uno fue Esperancita, juguetona como ella sola enseñó el tomate a todo el que quisiera verlo, fue con él a televisiones y programas de radio en la mano diciendo: "¿lo tiro o no lo tiro?" Ay!! cuanto juego dió aquel primer tomatito. Mariano iba aguantando el tirón como podía el pobre (qué vueltas da la vida, que ahora hasta me da lastimica) mientras escuchaba a los amigos de Esperancita animándole a estamparle el tomate en plena cara. Al final se tuvo que poner serio pero de nada le sirvió.

La siguiente reacción la vimos en el Señor Naranja, alias Eduardo Zaplana al que, según fuentes bien informadas, el ácido del tomate le estropea el bronceado betacaroténico y con esta excusa tan buena abandonó la política para dedicarse a lo que siempre ha hecho pero ahora desde una empresa privada. Después le llegó el turno a Acebes, alias "estamos barajando la hipótesis de que el tomate sea vasco", hizo mutis por el foro y salió discretamente.

Pero ¡¡¡ahhhhh!!!! la San Gil el referente-moral-ético-político de este país y también monotemático se ha lanzado a por Marianico y ya no ha habido nadie que haya podido parar la grandiosa tomatina con la que están haciendo las delicias de los lectores de periódicos y oyentes radiofónicos. Fraga contra San Gil, Arístegui contra Mariano, Gallardón tan contento porque le han pasado un tomate para tirar, Rato que dice que no juega, la COPE emocionada que grita ¡¡más madera!!
¿Cómo acabará todo esto? Mi apuesta es que uno de los barones que más cara de buen chico ha estado poniendo durante todo esta crisis se destapará en el último momento ofreciendo unidad y buen rollo a costa de la cabeza (ya despegada del cuerpo) del pobre Mariano. Hagan sus apuestas.

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