viernes, 11 de julio de 2008

Un azote para Savater

¿Cuándo se le fue la pinza a Fernando Savater?

No sabría decirlo con exactitud. Hoy el diario El País, publica una carta suya en la que compara las criticas que ha tenido su "manifiesto por la lengua común" con las criticas realizadas a la "educación para la ciudadanía".

Burdo e inútil intento de comparar ambas críticas.
Pero no voy a extenderme porque lo que de verdad quería, era recordar una intervención de Savater durante la celebración en Valencia del congreso "Familia y escuela" en noviembre del 2006.

Sin ningún tipo de pudor defendió, con el beneplácito del forense Font de Mora, el maltrato físico hacia los menores como método de prevención de asesinos en serie.
El genial Xavi Castillo haría un buen monólogo de esta intervención:

"- Pare, ché, pega'm una hostia o em faré serial killer... (i el pare que no li pega perquè es molt bona persona), collons!! ja m'he fet serial killer... i maricó"

Ahí van las perlitas del Savater, al que se ve zurraron a base de bien cuando era pequeño:

Las familias no son lo que eran antes, un núcleo muy amplio, y hoy lo único adulto que ven los niños es la televisión, que siempre está en casa.

El abandono de su responsabilidad quita a los padres la posibilidad de protestar y exigir después, porque quien no empieza por intentar defender la armonía en su entorno no tiene razón para quejarse luego.

También consideró necesario que se imponga una disciplina en los hijos 'desde que son pequeños', ya que los niños y niñas 'no se van a librar de encontrar en algún momento de su vida la autoridad. Si no respetan a sus padres ni a sus profesores, tendrán que respetar a la Guardia Civil o a un miembro de los GEO.
Señaló que no se debe tener 'fobia a un azote. Más vale dar un azote a tiempo que tener luego un 'serial killer' (asesino en serie) dando vueltas por el mundo', aunque también indicó que hacer más deberes, estar más horas en el colegio o suprimir pequeños privilegios pueden ser otras formas de castigo.

La familia "debe preparar al niño para que el maestro se encuentre con una material aceptable para transmitir conocimientos, es decir, lo que antes se llamaba socialización primaria"

"El educador tiene que ejercer su autoridad, lo que en ocasiones hará que caiga antipático, pero debe serlo, porque educar, en buena medida, es frustrar".

Afirmó que "son necesarias unas pautas de domesticación personal que permitan que el maestro no tenga que comportarse como un domador".

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